Aldeanos sin premio

Pobres aldeanos. La última final que disputaron Real Madrid y Athletic databa de 1958. Ha llovido mucho. Hasta en Arabia ha caído: agua y tormentas de arena, como la del viernes. Los rojiblancos se impusieron 2-0 en el Bernabéu hace 64 años en una pelea por la Copa en la que su presidente por entonces, Enrique Guzmán, dejó esta frase para el recuerdo: “Con once aldeanos nos pasamos por la piedra al Madrid...”. Una leyenda que ha perdurado en el tiempo. Estos nuevos aldeanos del siglo XXI no pudieron reeditar aquella gesta. Sin premio. Otra vez será.

Mismo once. Marcelino no se complicó la vida. Cuando algo funciona, mejor no tocarlo. El mismo Athletic que arrancó ante el Atlético lo hizo contra el Madrid en la final. Lo que nadie entiende es para qué viajó Núñez a Arabia. Desplazamiento de ocho horas para no llegar ni a la sesión de entrenamiento del viernes. Y ayer quedó descartado. Si se trataba de que disfrutara del posible título, podía haber volado también Vencedor. Ezkieta y Villalibre, los otros en la grada, como en la semifinal. De inicio, diez extranjeros y Lucas a un lado y todos de casa al otro. Los aldeanos.

Nico, Selección. Nico Williams sale reforzado de esta Supercopa. Luis Enrique tomó nota desde esas poltronas que les pusieron en el palco: “Estoy pendiente de todos los jugadores, de Iñaki, de Nico... Hasta marzo, imagínate, te puedo llevar a ti también (al periodista). No estamos sorprendidos con la evolución de Nico, le seguimos desde las categorías inferiores”.

Abucheos. Es curiosa la afición saudí. Se hace imposible pensar que a alguien se le ocurra tirar una barra, como en el Villamarín, o cualquier otro objeto. En la tierra de las libertades recortadas, al que lo haga, igual lo pasan a cuchillo. Son del Madrid a rabiar. Cuando Kroos se acercaba al córner se caía el campo. O con las virguerías del abuelo Modric. Y lanzaban abucheos cuando el Athletic manejaba la bola. Menos mal que el presidente Elizegi aludía a la importancia de mostrar la filosofía del club fuera para que la admirasen. Han sido los partidos más alejados de Bilbao de la historia.

Más juego. El encuentro no tuvo nada que ver con la semi cerrada del jueves entre Atlético y Athletic. Fue menos táctico y hubo más fútbol. Los leones empezaron los dos partidos igual: perdiendo, pero esta vez no hubo remontada. El toro era mucho más bravo. Por cierto, para mí el árbitro estuvo bien en la señalización de los penaltis.

Sin opciones. El Athletic fue el de siempre en las finales de Copa. Un equipo poco competitivo, acomplejado ante el escenario y la altura del rival, y eso que Vinicius y Benzema no destaparon el tarro de sus esencias. La final del año pasado fue un bendito paréntesis en esa impotencia. Marcelino tiene que ser más valiente. Si Sancet es el mejor, no se le puede quitar para perpetuar el sistema inamovible del 4-4-2. ¿Por qué no intentarlo con dos mediaspuntas y Williams arriba? ¿Por qué no sacó antes a Serrano? ¿Qué jabría pasado si Raúl mete el penalti?

Vuelta amarga. El equipo regresó a la 1:30 y tomó tierra a las 6:30. El alcalde Aburto había aludido a que les esperaba para un gran recibimiento, como el año pasado. Ahora todo es desánimo, por la tercera derrota en las cuatro finales en un año. El jueves, nueva prueba de fuego, ante el Barça en Copa. Volverá a sonar la trompeta de Villalibre. ¡Viva el botxo y sus aldeanos!