Carlos Sainz es el mejor del resto del mundo. Dícese en este caso de aquellos pilotos de Fórmula 1 que compiten con un monoplaza que no puede aspirar al título. Sainz ha terminado quinto, por detrás de los titulares de Red Bull y Mercedes, las dos escuderías que han peleado la corona individual, con Max Verstappen y Lewis Hamilton, hasta la última vuelta del campeonato. Literalmente. Ese día, en Abu Dabi, el madrileño se subió al tercer peldaño del podio, un resultado que le sirvió para alcanzar su propio objetivo, ese resultado honorífico de ser el primero de los terrícolas. No es la primera vez que Sainz puede presumir de este hecho, que también logró en 2019. Entonces era el año de su estreno con McLaren. Y en esta ocasión, su debut con Ferrari. No es un producto de la casualidad, no puede serlo. Es mucho más que eso: trabajo y talento. En esta temporada 2021 ha venido además acompañado de cuatro podios: un segundo y tres terceros puestos. Al otro lado de la balanza, esa espinita de no haber ganado un gran premio. Lo tuvo cerca, muy cerca, en Mónaco. Llegará.

La nota de su estreno con el Cavallino Rampante ha sido, en cualquier caso, muy alta. Los datos son los datos. Sainz ha estado en la clasificación por encima del resto de la parrilla, excepto de los cuatro galácticos, y entre ellos de su compañero de Maranello, el prometedor Charles Leclerc. La evolución del español abre grandes esperanzas para el curso 2022, que aplicará un cambio en sus reglamentos con la finalidad de igualar los coches y premiar el pilotaje. Ferrari aspira a poder dar ese salto que le sitúe de nuevo en la lucha por el Mundial. Ahora mismo es una incógnita lo que pueda ocurrir, no son pocos los pilotos que han abonado su futuro a esa variante, pero si la cosa se iguala, y hay más terrícolas que extraterrestres sobre los circuitos, Carlos Sainz va a tener su oportunidad. Sin duda.