El sueño olímpico viaja en snowboard

La temporada de los deportes de invierno, que por motivos obvios abarca unas fechas muy distintas en el calendario a las de otras disciplinas, se encuentra ya a pleno rendimiento en todos sus frentes. Este curso es especial para ellos, porque 2022 es año olímpico. Pekín acogerá los Juegos del 4 al 20 de febrero, para convertirse en la primera ciudad del mundo que ha albergado una edición de invierno y otra de verano. Faltan menos de dos meses. El aproximamiento a la cita viene marcado por el boicot diplomático de varios países anglosajones, liderados por Estados Unidos, en protesta por ciertas violaciones de los derechos humanos en China, en paradójico contraste con la postura que se toma en los eventos que se organizan regularmente en países árabes de nula tradición democrática.

La decisión política no afecta, al menos de momento, a los deportistas participantes. El boicot no llega tan lejos. Con el ilustre patinador Javier Fernández ya retirado, España trabaja con sus esperanzas de medalla centradas en el snowboard. Regino Hernández, bronce en PyeongChang 2018, ya demostró que el podio es posible. Regino, por cierto, ha anunciado que después de Pekín 2022 colgará la tabla de alta competición, asediado por las lesiones. Hay dos nombres principales. Por un lado, Lucas Eguibar, vigente campeón mundial de snowboarcross, un título que define perfectamente su estatus de favorito. Por otro, la eterna Queralt Castellet, con cuatro participaciones olímpicas ya en su currículo. Queralt, que actualmente ocupa el número uno en halfpipe, tiene dos medallas en Mundiales: plata en 2015 y bronce en 2021, además de cinco podios en la general final de la Copa del Mundo. A sus 32 años, la medalla olímpica sería una justa y brillante coronación. Eguibar y Castellet compiten esta semana en sus respectivas Copas del Mundo… con el sueño de Pekín en el horizonte.