Con el Atleti por medio nunca digas nunca

En la noche más difícil del año el Atleti se agarró a su esencia milagrera y volvió de Oporto con la clasificación. Viendo lo que pasó, recordé lo que me dijo Abel Resino en el Metropolitano minutos antes del desastroso partido ante el Milan. Prefería un empate a la victoria, pensaba que siendo como es el Atleti lo interesante era ir a Oporto obligado a ganar, porque en ese caso ganaría. Luego fue peor, porque el empate se convirtió en derrota, así que anoche había que ganar en Oporto y rezar mirando a Milán, pero con el Atleti ocurren estas cosas, que cuanto mayor es el caos más cerca está la solución. Malo para el corazón, pero divertido al final.

El Atleti ha hecho un mal grupo y anoche jugó mal durante una hora, en la que le salvó Oblak, otra vez el de sus mejores días. Ya en el segundo tiempo Griezmann cazó un gol de fortuna en un córner y al poco Carrasco cayó en una expulsión absurda, que bien se pudo ahorrar Turpin, mal árbitro. Pero al momento el que sufrió el exceso arbitral fue Wendell y eso equilibró numéricamente el partido. Y con las broncas el Oporto se fue del partido, el Atleti se cerró bien, soltó contraataques claros ante una defensa desordenada y remató la clasificación a salvo del penalti final, cierre extravagante a un partido singular. Mientras, el Liverpool ganaba en Milán.

Simeone estaba eufórico y con razón. Lo ha pasado mal, lleva meses sin dar con la tecla, pero por encima de la confusión ha sobrevivido la fuerza del grupo, como él destacó al final. Lo que sospechaba Abel Resino: si no quedara más remedio que ganar en Oporto, se ganaría, y así fue al término de un partido de toboganes. Del Oporto en dos terceras partes, del Atlético en el tramo final, el decisivo. Frente a este partido, el del Bernabéu fue un suave tobogán hacia un 2-0 que le hace campeón de grupo sin sufrir desgaste. Hoy les toca al Barça, el Sevilla y al Villarreal, pero visto lo del Atleti en Oporto ya lo vemos todo con otro espíritu.