"Hay un terremoto, Jorge"

"¿Por qué no juega más Felipe?", fue uno de esos latiguillos que se escucharon durante años en la tribuna de prensa de los compañeros que cubrían la Selección de baloncesto. La raza de Felipe, su arte para ganar la guerra de guerrilla bajo los aros, mezclaron perfectamente con el juego más fino de los Gasol.

Felipe ha sido muy grande porque siempre fue capaz de incorporar argumentos nuevos a su juego. Un competidor brutal. En 2013, cuando renunció al Eurobasket e hizo de embajador de la candidatura de Madrid 2020 en Buenos Aires, recuerdo cruzármelo. Sentía que allí en Argentina hacía bien poco, que debería estar ayudando a sus compañeros en Eslovenia.. Tenía un gran sentimiento de pertenencia. Y jugó hasta que su cuerpo dijo basta. 17 temporadas en el Madrid supusieron igualar a Corbalán y Romay; superar a Brabender y Luyk; y quedarse sólo a una de Rullán. Felipe es el ejemplo de que si se cree y se trabaja, se puede. Así lo hizo él, que pasó de pensar en dejar el baloncesto a ser nada menos que campeón del mundo una bella noche en Saitama. Mientras Garbajosa dormía plácidamente en la habitación aquella tarde en la previa del partido, Felipe sintió unos temblores y despertó al hoy presidente de la FEB: ¡"Un terremoto, Jorge"! Debía ser él soñando que cogía el rebote decisivo.