Copa en la España vacía: Nochebuena adelantada

En el otro extremo del fútbol que imaginan los promotores de la Superliga se sitúa esta Copa refundada por la Federación de Rubiales, que ha sacado a la superficie nombres de clubes que la mayoría nunca habíamos escuchado antes: Huracán Melilla, Panadería Pulido, Villa de Fortuna, Utrillas, San Agustín, Pulpileño… Y desempolva el recuerdo de alguno que vivió tiempos mejores y que aspira a volverlos a vivir, como el Córdoba, donde se concentró la mayor expectación. Más de 15.000 cordobeses asistieron emocionados al encuentro con el Sevilla, pura rivalidad, en el que se acarició la sorpresa hasta el gol de Ocampos en la prórroga.

Todos estos equipos modestos (o ese grande venido a menos, como el Córdoba), han accedido a esta eliminatoria por méritos previos, difíciles de describir, pero justos. La posibilidad de intervenir en la Copa es otro acicate en sus competiciones que se une al fundamental, el de subir de categoría. Casi ninguno ha pasado esta criba, pero aquí sí se hace verdad aquello de que lo importante es participar. El mero hecho de recibir a un primera o un segunda en uno de esos puntos olvidados de la España vacía hace de esta triple e intensa jornada una especie de Nochebuena futbolera adelantada, un carrusel de emociones que colma la curiosidad de la afición.

Para los primeras y segundas es un viaje quizá largo (de Miranda a Lepe, de Oviedo a Andratx, de A Coruña a Murcia…) a un campo quizá modestísimo para exponerse a una eliminación improbable pero ominosa. Me llamaron la atención las imágenes del Espanyol sobre la hierba artificial de Solares, donde llovió como para que no olvidemos cuál es la industria local. La taquilla es para el anfitrión. Al final de la Copa habrá el reparto de un variable procedente de los derechos de televisión. Es un movimiento de solidaridad traducido en estas noches de ilusión para el fútbol de la España vacía.