La justicia impuso su poder

Un gol de Alaba en el Camp Nou y el empate de la sorprendente Real Sociedad ante el Atlético de Madrid evitaron que el Sevilla se presentase en la Junta de Accionistas de ayer como líder de Primera División. La anécdota habría convertido en surrealista un movimiento que ya de por sí parecía fuera de toda lógica: cambiarle el gobierno a un club que sigue anclado en las alturas, levantó su sexta Europa League hace apenas 15 meses y ha quedado 4º, primero entre los mortales, en las dos últimas ligas.

Precisamente de jugar en Champions, producto de otra brillante clasificación, regresaban José Castro y Del Nido Carrasco, el sufridor hijo de Del Nido Benavente, resoplando aliviados al conocer que un juez les había dado la razón al ordenar cautelarmente que las acciones del expresidente no pudieran votar en contra del Consejo actual. Así lo aplicaron ayer el mandamás y el vicepresidente, al pie de la letra: el mando electrónico de Del Nido Benavente y sus más de 34.000 acciones representadas pulsaron por defecto el botón de la abstención en todos y cada uno de los seis puntos del día; incluido por supuesto el más candente, la remoción del Consejo actual.

Entre gritos y pataleos, José María del Nido Benavente prometió judicializar la Junta (que ya venía judicializada, para su desgracia) y dar nueva guerra en el futuro próximo, con nuevas convocatorias de accionistas en las que buscar más suerte. Del Nido quiere poder, no justicia. Ésa la impartió un juez al decidir que el Sevilla debe quedarse tal y como está. Al menos mientras siga funcionando como un club ejemplar.