La desafección vacía el Camp Nou

Casi todos los equipos están comprobando cierta resistencia del público para volver tras la pandemia, parte por interrupción de la inercia de años, parte por restos de cautela frente al virus, parte por ahorros a los que algunos a los que han salido muy sacudidos por la pandemia se ven obligados… Pero en ningún sitio se nota tanto como en el Camp Nou, de aspecto triste estos días, con media entrada ante el Valencia, de nuevo media anoche ante el Dinamo de Kiev, en partido de Champions en el que la victoria resultaba vital. Falta Messi, con lo que se abstienen los turistas, pero eso aparte se nota una desafección profunda entre el ‘soci’ de toda la vida.

Ese Camp Nou medio vacío (y condenado a la piqueta por el proyecto del Espai Barça, lo que le da un aire más lúgubre aún) es otra pega a la que han de enfrentarse los jugadores del Barça, habituados a saltar al campo acariciados por el cántico del solemne himno del club lanzado al viento por 90.000 gargantas. Ahora falta el entusiasmo y ellos difícilmente pueden encenderlo. Anoche lo hizo al menos por un momento Piqué, con su gol atacando con acierto un gran centro pasado de Jordi Alba. Pero el resto del partido, en especial la segunda mitad, viró del aburrimiento a la depresión. Veremos si la visita del Madrid levanta el ambiente.

En todo caso, el Barça ganó y abrió el paracaídas en la Champions. También ganó el Bayern, lo que le viene bien, porque así el objetivo de la segunda plaza, el único realista a estas alturas, parece más alcanzable. El resto de la jornada, con la victoria del Villarreal y el empate del Sevilla, ambos fuera de casa, hace que la imagen de nuestro fútbol se vaya enmendando tras esta tercera jornada, que ha salido mejor que las dos anteriores. Sólo ha perdido el Atlético y su derrota no oculta sus méritos. No tenemos ni a Cristiano ni a Messi, les echaremos en falta el domingo más que nunca, pero el conjunto de nuestro fútbol todavía es un valor seguro.