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Courtois fichó por el Madrid cuando le quedaba un año para concluir su contrato con el Chelsea. Lo mismo ocurrió con Hazard, también a un año de extinguir contrato con el mismo club, y ahora con Camavinga, llegado del Stade Rennais. Tres casos que tienen un precedente no demasiado lejano, Kroos, que vino del Bayern a un año de cumplir su contrato allí. La operación Kroos resultó tan rentable que quizá sea la primera piedra de esta nueva línea, acentuada este curso: Alaba ha venido cuando ya había terminado su contrato con el Bayern. La afición espera que lo mismo ocurra para junio con Mbappé y ya se habla de otros: Pogba, Rudiger…

Atrás quedó el tiempo en que Florentino fichaba galácticos en operaciones cuyo precio no le preocupaba. Cada fichaje acrecentaba el prestigio universal del club y producía una respuesta favorable en contratos de todo tipo. Pero la inflación que han producido los clubes-petróleo y los clubes-estado ha llevado los precios más allá de lo que cualquier explotación razonable de la industria del fútbol puede satisfacer. Los 222 millones del PSG por Neymar (duplicando cualquier récord anterior) marcaron un antes y un después. Los inmediatos y disparatados pagos del Barça por Dembelé y Coutinho terminaron de elevar el listón a niveles enloquecidos.

Así que la línea ahora es anotar la fecha de finalización de contrato e ir por el jugador interesante. Aun así cuesta dinero, por el año que queda o porque si está libre el jugador cobra su pico al fichar o en el sueldo, pero ya son cantidades asequibles. Esta línea es menos brillante que la de ‘cada año, un Galáctico’, pero es la única posible y está favorecida porque los jugadores de hoy eran niños cuando el Madrid ganó el premio ‘Mejor Club del Siglo XX’, adolescentes con ‘Los Galácticos’, neoprofesionales en las Champions de Cristiano Ronaldo. Han crecido fascinados por esa leyenda y les ilusiona fichar por el trece veces campeón de Europa.