Un poco de Ansu Fati es mucho

Quién sabe. Quizá el partido de ayer marque un antes y un después en el devenir de este Barça del Año I Después de Messi, que estaba desnudando la impericia y la impaciencia de Laporta. En su anterior mandato, se encontró una bolsa de petróleo bajo su sillón, aquel grupo soberbio de canteranos, incluido Messi, en edad emergente. Ahora lo que encuentra son facturas impagadas en los cajones y compromisos de pago inabordables. Pero no es sorpresa. Y disparar contra el pianista no es la solución. Como en los saloons del Oeste, él hace lo que puede. Me refiero, claro, a Ronald Koeman, el santo Job culé.

Él hizo titulares, lo recuerdo, a Pedri y Ansu Fati, para refrescar aquel equipo que, con Messi al frente, se comió ocho goles del Bayern sin muestras de rebeldía. A él se deben también otras apariciones que van cuajando, como las de Mingueza y sobre todo Araújo. Ayer mismo, formó la media flanqueando a Busquets con otros dos niños, Nico (hijo de Fran, aquel grande del Superdepor) y Gavi. El equipo funcionó, desde una disposición atacante y con el referente de Memphis para darle intención al juego. Y completó la felicidad de la tarde el aplaudidísimo retorno de Ansu Fati, con un gol que pareció un reluciente arcoíris.

Buen momento para que el barcelonismo se sosiegue, empezando por su presidente, que llegó a alterar a Koeman. El 0-3 ante el Bayern, y sobre todo la actitud, fue un cante. Y también los ollazos ante el Granada. Pero es que entre salidas y lesiones llegó a faltar tanta gente que hasta echamos en falta a Braithwaite. Los lesionados volverán, la nueva ola promete, Coutinho y Dembélé pueden decir cosas, Memphis es magnífico, Pedri volverá, como ha vuelto Ansu Fati. No consiste en poner a Riqui y a Umtiti porque sí, sino en dejar a Koeman que desarrolle su plan. Y no medirle por sus horas bajas, esas en que le ahogaron las bajas.