Hooligans e ilustrados

Hace diez largos años, tres amigos periodistas se enfrascaron en la temeraria aventura de fundar una editorial que publicara crónica y reportaje. La llamaron 'Libros del KO'. Hinchas como eran, querían que el fútbol tuviera un lugar en sus publicaciones, pero con un tono alejado al de los grandes discursos y análisis sociológicos que por entonces estaban de moda y que intentaban explicar el fútbol con sesudas claves de ciencias humanas. Entendieron que lo que de verdad tiene de grande el fenómeno del balón se sustenta en la base, en lo que une a las personas con el juego y el espectáculo. Como una suerte de arqueología sentimental, decidieron encargar a buenos autores textos en los que explicaran por qué son de los equipos que son, por qué seguían sintiendo esa pasión por sus colores. Consiguieron un doble objetivo. Por un lado, ficharon para su editorial a periodistas y escritores estrella, como Enric González, Manuel Jabois o Ignacio Martínez de Pisón, seduciéndoles con la promesa de dejarles jugar libremente, como cuando de niños corrían tras la pelota. Por otro, crearon nada menos que la mejor colección de libros de fútbol que existe: los Hooligans Ilustrados.

Actualmente la plantilla de los Hooligans la forman veintisiete libros de otros tantos autores. Un club selecto del que casi todos los escritores futboleros se mueren por formar parte. Algunos de estos libros, por cierto, han sido escritos por periodistas de AS, como Patricia Cazón o Alfredo Matilla. Otros por autores que comparten esta columna con el que suscribe, como Sergio Cortina o Lucía Taboada. Esta última, autora de un libro sobre el Celta ('Como siempre, lo de siempre'), ha dirigido y escrito una serie de podcast basados en la colección. El primero se lanzó ayer, a partir de 'Mi abuela y diez más', de Ander Izagirre, uno de los libros de fútbol más bonitos que puedan leer.

Si tienen veintitrés minutos, no dejen de escuchar ese primer capítulo sobre el amor a un club, la Real Sociedad. A mí, que soy del Athletic Club, me emocionó. Tanto como cuando leí aquel Hooligan Ilustrado. Porque, más allá de nuestros respectivos colores, en la pasión de cada hincha por su club late la de todos nosotros.