El morbo viaja en puente aéreo

El desembarco de Nikola Mirotic en el Barça hace dos campañas como ariete de una ambiciosa operación para recuperar la Euroliga aumentó los decibelios entre los aficionados del Real Madrid, el club en cuya cantera se formó, al grito de “rata, rata”, que ya había tenido que soportar antes con ensañamiento Ante Tomic. A pesar de la irascible reacción de la grada blanca, los trasvases entre el Madrid y el Barcelona han sido bastante habituales en el baloncesto, algunos de nombres tan míticos como Sasha Djordjevic. Con la temporada a punto de arrancar, mañana con la Supercopa en Tenerife, el morbo se ha instalado en el puente aéreo con pasajes en las dos direcciones, con tres jugadores que el pasado curso vistieron la camiseta contraria. El Barça ha fichado a Nicolás Laprovittola para reforzar el puesto de base, mientras que el Madrid ha rescatado a Thomas Heurtel, apeado del club azulgrana en pleno partido en Turquía, y a Adam Hanga, uno de los jugadores que ha recibido el billete de salida para recortar costes, en la nueva política de restricciones del presidente Joan Laporta.

El morbo de saber cuál de estos íntimos enemigos saca más provecho de los descartes rivales está servido, se ha convertido en otro aliciente para un curso que otorgará este fin de semana el primer título y que se alargará hasta junio. Si esto fuera poco, los prolegómenos se han incendiado con la polémica que mantiene Mirotic con la directiva azulgrana, al negarse a bajarse el sueldo más alto de Europa, cercano a los 5 millones. Después de sacrificar a uno de sus iconos, Leo Messi, el Barça quiere que cunda el ejemplo en el basket, pero el hispano-montenegrino considera que ya renunció a bastante dinero cuando desestimó ofertas de la NBA para regresar a Europa. Mientras se soluciona, y no tiene buena pinta, el conflicto echa un poco más salsa al eterno pique Madrid-Barça. O viceversa.