Renglones torcidos en una victoria crucial

La Selección utilizó renglones torcidos para ganar el partido crucial de Kosovo, escenario donde Grecia se complicó la vida –empate a uno– y al que Suecia tiene que visitar. Se encontrará un equipo mejor de lo que indica su posición en el ranking mundial. Kosovo es un país joven con toda la escuela balcánica de fútbol detrás. Su novedosa independencia añade a su selección un compromiso febril. Son agresivos, rápidos y saben lo que quieren. Utilizaron al gigantesco Muriqi hasta la saciedad y lo aprovecharon de maravilla. Ganó un altísimo porcentaje de los duelos con Íñigo Martínez y solo se le reprochó su error en el mano a mano con Unai Simón en el segundo tiempo, cuando España estaba en la lona.

Posiblemente fue el partido peor jugado en la era Luis Enrique, pero la victoria le coloca en una posición excelente para lograr la clasificación. Si derrota a Suecia y a Grecia será campeón de grupo, situación favorecida por la derrota de los suecos en Atenas. Ellos han perdido el colchón que les permitía el empate y hasta la derrota en el segundo encuentro con la Selección española.
El botín que consiguió España en Kosovo destaca por el momento que atraviesa el equipo, fatigado después de la Eurocopa –tres prórrogas y semifinales– y de los Juegos Olímpicos, donde varios de los internacionales terminaron extenuados. Luis Enrique no ha contado en esta semana con Pedri, Oyarzabal, Dani Olmo y Pau Torres. No son gente cualquiera. Se les echó en falta en los tres compromisos, contra Suecia, Georgia y Kosovo. En un grupo de cinco equipos, con ocho partidos a disputar, perderse tres es un porcentaje tan alto como delicado, más aún en una Selección que se encuentra en un proceso de cambio.

Unai Simón tuvo mucho trabajo en el partido contra Kosovo.

Se advirtió desde el comienzo del partido que las piezas no encajaban bien. España jugó con más prisa que velocidad, no se ajustó defensivamente y prosperó poco en sus ataques. Las veloces contras de Kosovo desencajaron a la defensa de principio a fin. Muriqi peinaba y Rashani corría. Unai Simón estuvo con el corazón en vilo toda la noche. Jugó adelantado, lo hizo bien y resolvió un par de tiros con mucha pólvora. Fue el mejor en una noche muy discreta de la Selección.

Quizá por las numerosas novedades –Íñigo Martínez, Reguilón y Fornals fueron titulares–, o por las dificultades de Busquets y Koke, que han estado muy lejos de su rendimiento en la Eurocopa en esta serie de encuentros, o por la escasa incidencia de los delanteros en el área kosovar, la Selección no despegó nunca. Le faltó energía en la presión, le sobró distancia entre las líneas, cometió errores que rara vez no se pagan, se desordenó con frecuencia y sacó rendimiento de dos buenas jugadas.

Fornals concretó con mucho estilo la primera y Ferran Torres alivió el trago definitivamente con una escapada y una estupenda definición. El delantero del City suele ocupar los extremos, preferiblemente el derecho, pero le caracteriza su sentido del gol. Es el jugador que tiene más interiorizada esa cualidad.

Durante todo el encuentro, la Selección se sintió incómoda. Corrió mucho, pero sin control, al equipo le faltó pegamento. En muchos aspectos, un ausente planeó sobre el partido. Pedri es su nombre.