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¿Estables o estancados?

España ha acabado Tokio 2020 con 17 medallas, el mismo número que en Río 2016, y también que en Londres 2012 antes de las reasignaciones por dopaje. En una palabra amable se podría decir que el deporte olímpico español se mantiene ‘estable’, pero se podría adjetivar igualmente de ‘estancado’ sin faltar a la verdad. Hay datos objetivos que confirman este calificativo, o incluso un retroceso. Los Juegos se cerraron con tres oros, cuatro menos que en 2016. El color del metal es el que aúpa al país en el medallero, donde España ha ocupado la 22ª plaza final, mientras que hace cinco años terminó en la 14ª. Desde Barcelona 1992, sólo salió del top-20 otra vez: 25ª en Sídney 2000. En un medallero imaginario, sólo la actuación australiana, con 11 medallas, quedaría por debajo. En contraposición se puede hablar de diplomas, donde España sí ha crecido con un total de 42, por 38 de Río, 29 de Londres y 37 de Pekín. Por contra, son menos que en Atenas 2004, con 52, y que en Sídney, con 43, las otras dos ediciones donde hubo tres oros. Para no deprimirnos sólo con cifras desfavorables, hay que destacar las 11 medallas de chocolate: ocho cuartos puestos más tres quintos en boxeo, que en este deporte es la antesala del podio. Se han escapado por un suspiro más medallas que nunca, aunque exactamente las mismas que se esfumaron en Sídney. Otro enfoque son los equipos: España fue el país europeo con más clasificados, nueve, de los cuales han logrado medalla un tercio, tres. Francia, con un equipo menos, ha subido a seis podios, tres de ellos para escuchar La Marsellesa.

Son datos fríos, sí. Que no explican otras circunstancias como las ausencias previas de Rafa Nadal, Carolina Marín, Jon Rahm y Orlando Ortega. Ni tampoco las dificultades de este ciclo olímpico. Nadie dice que los deportistas no se hayan esforzado. Pero conviene exponerlos, en lugar de perdernos en alabanzas, porque sin autocrítica no hay progresión. Hay que hacer un profundo análisis. Sin caer en el fácil argumento de la falta de inversión, porque Nueva Zelanda invierte menos y está por delante, por ejemplo. Los oros han venido en tres disciplinas nuevas, y una de ellas, el kárate, no estará en París 2024. Los dos viveros de medallas, vela y piragüismo, han aportado cinco, pero sin oros. Hay que regarlos para que no les suceda como al judo y al ciclismo en pista, antes fecundos vergeles. El conformismo no es una cualidad del deporte, sino la mejora constante. Y tenemos que elegir: estamos estables o estamos estancados.