Un cabezazo salvador de Oyarzabal

Un gol de Oyarzabal cuando ya empezábamos a estar seriamente preocupados coloca honorablemente a España en el grupo, con 4 puntos en 2 partidos. Deberían ser 6, dado el nivel de los contendientes, pero supone que nos clasificamos sólo con empatar con Argentina en la última jornada. Eso sí: la derrota nos dejaría probablemente fuera, efecto todavía del malhadado empate contra Egipto que resultó más grave aún por los resultados posteriores. De la Fuente sacudió el equipo entre un partido y otro con 5 cambios, si bien dos de ellos obligados por las lesiones de Ceballos y Mingueza. El equipo mejoró en brío, pero no en puntería.

De los nuevos, el que más impacto tuvo en el partido fue Cucurella, por su fútbol agitado y optimista, llegando una y otra vez al fondo con sus rizos al viento. Zubimendi hizo un partido ordenado. Carlos Soler, que completaba la media con este y con Pedri, estuvo activo y amenazó en algunas llegadas. Óscar Gil, lateral derecho, estuvo apenas aseado, metido en frecuentes dificultades por el extremo Arzani, el único jugador de categoría de los rivales. El que pinchó fue Puado en el extremo izquierdo. Como también pinchaba Olmo en el derecho, donde no encaja por su falta de desborde y porque ahí se malogra su tiro, el ataque fue lo peor.

De la Fuente mejoró el equipo renovando la delantera con Asensio y Bryan en las bandas, Olmo retrasado, metiendo balones y buscando el disparo, y finalmente Mir como acompañante de Oyarzabal. Australia nos facilitó las cosas cambiando a defensa de cinco con tres centrales que no fueron capaces de evitar el cabezazo de Oyarzabal, superviviente del ataque inicial, favorecido por la compañía de Mir en la atención de los centrales y merecedor, por su juego y su trabajo (que incluso un tiro al larguero) de la autoría de ese gol salvador. Nuestro primer gol olímpico desde el de Gabri en Sidney, 21 años atrás. Ya tocaba. Y llega como agua de mayo.