Márquez es mucho Márquez

Ha tardado, dicen los que dominan los números, 581 días en volver a ganar Marc Márquez. Aunque, sin embargo, más importante que el tiempo es el auténtico calvario que ha soportado desde que una lesión en el circuito de Jerez el pasado año truncó su temporada, sus ambiciones e incluso se llegó a temer por su trayectoria deportiva. Pero Marc nunca se rinde y por eso tampoco se debe de dudar de él jamás, quienes lo han hecho (que no han faltado como suele ocurrir en estos casos) se equivocaban de pleno. Y en Saschsenring lo ha refrendado como el grandísimo campeón que es. Casi de principio a fin, sin dar opción a sus rivales, gestionando los neumáticos, las distancias… y las fuerzas. Una gesta de nuevo extraordinaria, si me permiten calificarla así, tras materializarla han sido la mejor evidencia de ello, las lágrimas del piloto y su equipo 

Cierto que el ilerdense ha regresado a lo más alto del podio en el que es su circuito, el escenario donde ha sido capaz de ganar en once ocasiones consecutivas. Una pista propicia en todos los sentidos, aunque tampoco conviene olvidar que esa Honda que pilota dista mucho de ser la mejor moto de la parrilla. Con todo, hay que admitir que las condiciones le han resultado favorables y que en otros grandes premios le volverá a costar seguramente más. La victoria tiene el valor simbólico del regreso del dominador de MotoGP en los últimos años, pero también la confirmación de que Marc sigue siendo Marc. Cuando físicamente se encuentre bien, cuando su cuerpo acompañe otra vez a su talento, pundonor y valentía, estará peleando cada domingo por ser el mejor. Como siempre.