Nadal, Federer y el tiempo que se va

Rafa Nadal comunicó este jueves su renuncia a Wimbledon y a los Juegos, después de "escuchar al cuerpo", con el objetivo de no castigar su físico para alargar su carrera deportiva. Eso explica en la nota oficial, un argumento parecido al que esgrimió hace unos días Roger Federer para justificar su espantada de Roland Garros. El suizo, camino de los 40 años, ha volcado su apuesta en el circuito de hierba, con la diana en All England, pero ni siquiera en su superficie fetiche se muestra competitivo. El miércoles perdió ante Félix Auger-Aliassime en octavos de Halle, una ronda prematura para un torneo que ha conquistado diez veces, lo que prueba, en su caso, que reservarse no es tan efectivo, porque la intermitencia le resta ritmo. Un día después de su derrota, que lanzó al aire la interrogante de su retirada, Nadal se ha borrado de Londres y de Tokio. Ambas noticias unidas anuncian un tiempo que se va, una época estelar del tenis, y del deporte, que se esfuma poco a poco. Aún queda alguna faena grande, Novak Djokovic es el ejemplo, pero es un hecho que el Big Three se diluye en un horizonte incierto.

El mensaje de Nadal también contiene una lectura más local, porque España tacha una opción nítida de medalla olímpica. Rafa se ha colgado dos oros en tres participaciones. Su renuncia no es la única, dos días antes ya se despidió Roberto Bautista. Las bajas no sólo proliferan en el tenis. LeBron, Jokic y Mirotic han cerrado la puerta en basket. Habrá bastantes más. Las apreturas del calendario y las exigencias de la burbuja japonesa espantan a los deportes más profesionalizados. Mientras, la expedición española ha cedido por el camino tres bazas en el medallero: Nadal, por voluntad propia; Carolina Marín, por grave lesión; y Jesús Tortosa, por la decisión cainita de la Federación de Taekwondo. A la espera de que Orlando Ortega se pueda convertir en el cuarto, la quiniela pierde apuestas.