Zidane preparó una sabrosa ensalada

Dos partidos antes del final del campeonato, el Real Madrid venció en Granada con una alineación inédita, merecedora de oportunidades con anterioridad, en una temporada definida por la presión del calendario, la cantidad inusitada de lesiones y las condiciones que ha instaurado la pandemia. Más de una vez, el equipo ha requerido de la naturalidad antes que de los dudosos experimentos de las últimas semanas. Zidane eligió esta vez un equipo que representa perfectamente un amplio abanico. Funcionó de maravilla.

La alineación recogía veteranos ilustres —Modric, Benzema, Casemiro y Courtois—, antiguos suplentes ascendidos por méritos propios a titulares indiscutibles —Militao y Nacho—, jóvenes fichados a precio de oro en el mercado brasileño —Vinicius y Rodrygo—, el cuarto centrocampista del equipo —Valverde— y dos chicos de la cantera —Miguel y Marvin—. Ninguno de los dos ha cumplido 20 años.

Nunca había presentado el Real Madrid un paisaje tan completo. El valor añadido era la naturalidad. Miguel, que jugó su primer partido como titular, es el habitual lateral izquierdo del Castilla, y esa posición ocupó en Los Cármenes. Marvin es un extremo con zancada de carrilero que probablemente desemboque en lateral derecho. Ahí jugó en Granada.

Miguel Gutiérrez trata de driblar a un jugador del Granada durante el duelo entre el equipo nazarí y el Real Madrid del pasado jueves.

Estos jóvenes, junto a Arribas, Chust y Antonio Blanco, forman parte de una de las canteras mejores del mundo, pero sin el impacto que debería en el Real Madrid. Ni Achraf, ni Reguilón se establecieron en el equipo. En el mercado apreciaron su talento: el Inter pagó 40 millones por Achraf y el Tottenham, 30 por Reguilón. Canteranos por el mundo, es la divisa del altísimo número de jugadores educados en el Madrid y ahora instalados en las principales ligas europeas, desde los dos LlorenteMarcos en el Atlético de Madrid, Diego en el Leeds United— hasta Óscar Rodríguez ArnáizSevilla— y el emergente De FrutosLevante—.

La fiabilidad de la cantera, de los chicos nacidos en la órbita española, es tan alta que cuesta creer las dificultades que encuentran desde hace muchos años para integrarse en el primer equipo. Desde hace tiempo rinden más beneficios económicos al club, que ha ingresado un fangote de dinero con los traspasos, que deportivos. No disponen, ni por asomo, del mismo tratamiento que reciben los jóvenes procedentes de Brasil, cuyo salto al equipo grande es inmediato.

Apoyados por la sabiduría de Modric y Benzema, tanto Marvin como Miguel cumplieron sus obligaciones con nota. Marvin es rapidísimo, Miguel sabe jugar. Los dos se colocaron en posiciones naturales. Pareció que llevaban un siglo en el fútbol. No se sabe cuál será su techo, pero demostraron que en caso de duda nada resulta mejor que tirar de la cantera. Rara vez se estrellan.

Funcionó la sabrosa ensalada que preparó Zidane. Modric añadió el primoroso toque final, el aceite y la sal a un equipo que respondió con energía y sin fisuras en el partido. Jugó bien, con energía y decisión. El Madrid tenía que ganar y no hubo duda alguna de su victoria. Hizo lo que se espera de los equipos que se agarran hasta el último aliento del campeonato. Lo hizo sin miedos, sin dibujos raros y con toda la gente en su sitio.