La foto de Messi, la Copa de Koeman

Los días negros del Barça ya son historia. Apaleado en Turín, Roma, Liverpool, la final de Copa en Sevilla contra el Valencia y el 2-8 de Lisboa, Koeman ha desenterrado a un equipo que estaba en el desguace y ha permitido que Messi, después de un festival de trompazos, levantase su título número 35 con la camiseta del Barça. Una foto merecida, porque tome la decisión que tome, Messi merecía estar acompañado de una imagen levantando un título, ganadora. Ya la tiene. Ahora le toca decidir, pero es fácil adivinar que sus opciones de renovar han crecido como la espuma, y que en ningún entorno del fútbol de élite estará más cómodo que en el Barça.

Pero el verdadero triunfador de la Copa es ese hombre que es de hielo y fuego. Que un día habla de fútbol y otro del VAR. Que critica públicamente a sus jugadores por la falta de puntería pero al mismo tiempo los protege. Que se reunió, mano a mano, con Piqué, Jordi Alba y Busquets cuando llegó a final de agosto para saber por qué el vestuario había caído en el desgobierno, las mafias internas y el desinterés. Que puso la lavadora para limpiar trapos sucios y devolvió la cultura de esfuerzo a la caseta. Y que no se arrodilló ante Messi. "Me vale porque gana partidos", se limitó a decir. Con Koeman, Messi ha seguido siendo intocable, pero se han vuelto a respetar las jerarquías. Y ha sido sano. El abrazo de Piqué con Koeman, parecidísimo al del día de la remontada contra el Sevilla, simboliza el triunfo de este héroe del barcelonismo que, además, en la final se exhibió tácticamente. No sólo tenía mejores jugadores, también aguantó las tertulias que le presionaban para deshacer la defensa de tres centrales. Y el Barça arrasó al Athletic, que quedó herido de muerte después de la derrota contra la Real y no tenía los argumentos para sobreponerse a la situación. Para el Athletic, la final fue un suplicio.

Acompañado de Muniain, un señor como su club, Messi recogió la Copa mientras Piqué descorchaba cava. "Unidos, la lucha continúa", enseñaron una pancarta al final del partido jugadores de todo pelaje. Los viejos rockeros como Messi, Piqué y Busquets, que llegan al olimpo de Gainza con siete títulos; las dos inversiones de hace dos temporadas, Griezmann y De Jong, que ganan su primer título. Y, sobre todo, esa generación que lidera Pedri y de la que forman parte Araújo, Mingueza, Dest e Ilaix. El Barça ha vuelto. Y Messi sigue ahí.