LaLiga del Sevilla sin el Sevilla

Que el Sevilla gane esta Liga es imposible. Inviable, irrealizable, impracticable, inalcanzable, utópico, inasequible, insoluble, ficticio, absurdo, inverosímil, increíble. ¡Quimérico!. Lo es. Lo sabéis ustedes, sevillistas, mientras contáis en la oficina con máxima guasa a vuestros compañeros béticos que "las camisetas de la Real Sociedad" se están acabando en el Cortinglés de Nervión y el de la Plaza del Duque. Mientras miráis la clasificación embelesados, soñando con el partido del próximo domingo y deseando al mismo tiempo que no llegue nunca porque quizá una eventual derrota (o empate) en Anoeta os baje de este sueño. Pero qué bonito es pensar que el Sevilla gane la Liga, ¿eh sevillistas? Y qué necesario.

'Mi vida sin mí'. Así se llama la terriblemente deliciosa película de 2003 en la que la catalana Isabel Coixet narra cómo una madre de dos hijas, moribunda de cáncer, decide no contarle a nadie su enfermedad mientras intenta buscar a su marido una nueva pareja, a sus hijas un futuro consuelo y a su amante una nueva ocupación. 'Mi Liga sin mí'... o mejor: 'LaLiga del Sevilla sin el Sevilla'. Así daremos en denominar la aventura del equipo de Nervión para estas últimas 8 jornadas en las que (seguro, ya lo digo) no ganará este título 2020-21. Pero durante las que sí puede poner los cimientos de un futuro título, y con mucho más fundamento.

Porque el Sevilla no va a ganar la Liga este año pero... ¿y el próximo? Con el Real Madrid pagando un estadio nuevo, el Atlético (seguramente) de luto y el Barcelona más tieso que una estaca, puede también que sin Messi. Pensar, creer, imaginar, ilusionarse con esta Liga pondrá seguro la primera piedra hacia algún éxito futuro, no muy lejano. "Seamos realistas, pidamos lo imposible", gritaban los estudiantes franceses durante la primavera del 68, mucho antes de que la progresía residiese en chalets y el conservadurismo vistiese de pana. Sí: el Sevilla necesita luchar, ganar mucho, meterle miedo a los de arriba. Necesita pedir lo imposible antes de que ganar LaLiga, de verdad y sin sueños, comience a dejar de ser una auténtica quimera con la que rellenar informativos, programas de deportes, páginas de periódicos y ridículas columnas de opinión como la que acaban de leer.