Los chavales de la terraza de Irún

Hace dos fines de semana tuve que viajar a Irún por trabajo. Me senté en la terraza de un bar. En la mesa de al lado, un grupo de chavales de unos 16 años bebían espatarrados sus coca-colas a pequeñísimos sorbos (cuando eres adolescente la bebida te tiene que durar más tiempo en los bares, por eso de no poder pagar la siguiente) y comentaban los partidos que se estaban jugando. Cada vez que un amigo nuevo llegaba le decía al resto: "Ey, cómo va". Y éstos respondían: "Pues nada, aquí". Poco que contar.

Entonces pensé que ese grupo de chavales de Irún podría ser de cualquier otra parte de España. Estoy segura de que a esa misma hora, en una terraza de Vigo, de Cuenca o de Palencia, otro grupo de chavales estaría comentando el mismo partido. Y que, por tanto, no debe de ser tan diferente crecer en un sitio u otro porque el fútbol homogeniza rutinas.

También pensé que el fútbol está siendo un salvavidas ocioso estos meses. A esos chicos y chicas el coronavirus les está mermando una época importante de sus vidas, los años de experimentar, de proyectar, de las primeras veces. Son los menos atendidos emocionalmente de la pandemia, justo cuando se están desarrollando emocionalmente. Se les pone la etiqueta de generación indisciplinada que sólo se preocupa de sí misma, pero habría que hacerse la pregunta inversa: si alguien se preocupa realmente de ellos, más allá de para echarles culpas encima. "Es que lo único que quieren es hacer botellón", dicen. No como cuando nosotros éramos adolescentes, que lo único que queríamos era refutar a Kant y declinar latín.

El caso es que ahí está el fútbol, en un bar cualquiera de un lugar cualquiera, llenando horas de tardes que seguramente estarían pasando en sitios más divertidos y con peor ventilación. Los chavales de la terraza de Irún eran de la Real Sociedad así que me gusta pensar que hoy tendrán un gran día de previa, y que mañana también tendrán un día emocionante. Se pondrán sus camisetas, se sentarán en la terraza de un bar con sus amigos, y durante al menos un par de horas se olvidarán de la pandemia que tanto les ha estigmatizado.