Marc Márquez disfruta sin prisa

"Hacía tiempo que no disfrutaba tanto", escribió Marc Márquez el martes en redes sociales. Se acababa de subir a una moto gorda en Montmeló, ocho meses después de su accidente, de su fractura de húmero y de la precipitada decisión de volver que luego complicó su lesión. Marc probó con la RC213V-S, la moto de serie más potente de Honda, aunque todavía lejana a su montura del Mundial, dentro de un plan gradual de recuperación y de regreso a la competición, tutelado por sus médicos. Cuatro días antes, el semáforo se había puesto en verde: "A partir de este momento se le permite intensificar el programa de recuperación de fuerza y movilidad con vistas a volver progresivamente a pilotar de forma competitiva". Un banderazo que aprovechó para rodar ese mismo 12 de marzo, en el circuito de Alcarrás, con una minimoto de 150cc durante media hora que le supo a gloria. El permiso médico abre las conjeturas sobre si el séxtuple campeón de MotoGP estará en el estreno del campeonato el próximo día 28 en Qatar. Por si acaso, mientras se lo piensa, está inscrito.

Márquez aprendió durante estos meses que las prisas no son buenas compañeras, ni siquiera para aquellos que están tan acostumbrados a convivir con la velocidad. Ya lo dijo en la presentación de Repsol-Honda: "Carreras hay muchas, pero cuerpo sólo uno". Y será precisamente su cuerpo quien le dará una respuesta, en días venideros, sobre la conveniencia de encerrarse ya con reses bravas o esperar otro poco. La expectación, eso sí, es máxima, por el enorme impacto deportivo y mediático que supone su reaparición. En todo caso, la lógica indica que cuando vuelva a los circuitos, sea el 28 o más adelante, no estará plenamente competitivo, después de tanto tiempo inactivo. Su evolución debería ser también progresiva. Aunque, en un campeón de su altura, nunca se sabe.