Nunca antes fue tan indispensable la presencia de Benzema en el Madrid. Su ausencia en los últimos partidos presentó la delantera blanca como un páramo vacío, raquítico de gol y escaso de ocasiones. Incluso en partidos cómodos, como los de Valladolid y Atalanta, cuando el rival te concede el balón y el dominio, el vacío de Karim deja el juego sin mordiente y el equipo marea demasiado la perdiz, como si ninguno de sus compañeros supiera por dónde es el camino del gol.

Sin ser un súper rematador, aunque ha mejorado bastante en ese aspecto, el delantero francés aclara las ideas del resto con sus movimientos, sus desmarques y sus apoyos. Su calidad e instinto a la hora de asociarse facilitan la conexión con los centrocampistas, que si no lo encuentran terminan moviendo el limpiaparabrisas sin atisbar por dónde llegar al área rival con verdadero peligro. Sin Benzema, el principal recurso de ataque de este Madrid es el balón parado, con Casemiro y Varane apuntados los primeros a la tarea salvadora. El Madrid está obligado a ir este domingo a por el derbi y no lo hará con un equipo chato. Necesita filo, necesita a Karim.