Messi se gana el sueldo, no el brazalete

Si la intención de quien (o quienes) hizo (o hicieron) posible el acceso de El Mundo al contrato de Messi era presentarle como causante de la ruina del Barça, no lo han conseguido. La reacción mayoritaria del barcelonismo ha sido la que con genial síntesis periodística expresó la portada del argentino Olé, que contrapuso al 555.237.619 su 650.260.755, léase goles, asistencias y partidos. Un ‘passing shot’. Cierto que estos no son los números de sus cuatro años de contrato, aún no completados, sino los de toda su carrera en el Barça, pero vienen a plasmar en números de forma contundente su categoría única. Y la magia añade un 0 a la derecha.

El monto total del contrato en un titular a toda plana impresiona, sí. No los 50 netos que todos creíamos, sino más de 70 netos. Y hasta se puede decir que los cuatro años que cubre el contrato no están siendo los mejores de Messi. Pero aun así es un dinero mejor gastado que el de las operaciones Coutinho, Dembélé y Griezmann, de monto conjunto equivalente. Y, mirado desde Madrid, es obvio que hubiera resultado mucho más rentable a Florentino mejorar a Cristiano (que nunca se aproximó a esas cifras) que reventar hace dos veranos 300 millones en Hazard, Jovic, Militao, Mendy y Rodrygo, con sus consiguientes salarios y el rendimiento que vemos.

Escuché en una radio, como crítica, que es el deportista que más gana (“el doble que el cuarto”). Pues claro. Es el mejor del deporte más universal. Goles aparte, vende 8 de cada 9 camisetas del Barça, influye en los contratos del club, acrece el tirón turístico de la ciudad. Apretó al límite y Bartomeu se le plegó, pero la ruina del Barça viene de esos otros dispendios y de la pandemia. Si algún reproche hay que hacerle son sus malas caras desde que le faltan Puyol, Xavi e Iniesta. Ahora es el capitán y está obligado, más por esto que por su salario, a una actitud positiva y ejemplar. A huir de esos modos de adolescentes consentidos que exhiben él y su tóxica camarilla.