Zidane colisiona con la estrategia del club

Un debate recurrente. Los técnicos sobreviven del cortoplacismo del resultado. En un club con la tremenda exigencia del Madrid, Zizou ha decidido aferrarse a la vieja guardia con todas las consecuencias. Cuesta creer que la apuesta le vaya a servir para mantener el ritmo en la Liga y se ha caído con estrépito en la Supercopa a las primeras de cambio. El problema de fondo es que sus decisiones chocan frontalmente con la estrategia del club. Todos los jóvenes jugadores que parecían dibujar un horizonte: Valverde, Odegaard, Vinicius o el lesionado Rodrygo han ido perdiendo protagonismo y, por tanto, valor objetivo. Pocos minutos minan la confianza y, por tanto, su rendimiento. La cuestionada política de cesiones tampoco ayuda a vislumbrar un futuro demasiado alentador para esos jóvenes, que ven la puerta del Bernabéu más cerrada que abierta.

Jovic, como síntoma. El caso más flagrante es el de Luka Jovic. Si en algo no debe equivocarse el Real Madrid es en la elección de su delantero de futuro. Pagar 60 millones por un futbolista, que es mucho más de lo que se pueden gastar 16 equipos de Primera en fichajes, para devolverlo en calidad de cedido al club de origen, con un rendimiento tan ínfimo en temporada y media, es terrible. Fue una ingenuidad pensar que la alargada sombra de Cristiano se podía cubrir con un proyecto. El nivel del delantero goleador del Madrid tiene que ser Lewandowsky, en su momento, Harry Kane o Haaland. No hay término medio. Hace falta un killer que marque la diferencia, que te dé los puntos que vas a necesitar para competir los títulos y que aparezca en las grandes citas. Bajar de eso es pegarse un tiro en el pie.

Vasos comunicantes. En esa teoría sobre la particular reciprocidad entre Real Madrid y Barcelona, que tan bien explicó Alfredo Relaño resulta que al Barça, peor gestionado, en quiebra técnica y con sus elecciones pospuestas, le va cuadrando su apuesta por los chavales. Ansu Fati y Pedri suenan a proyectos importantes incluso para la Selección, De Jong empieza a coger el vuelo del Ajax y hasta a Araujo y Mingueza ya les sienta medio bien la zamarra azulgrana. En un año tan excepcional en todos los sentidos, Zidane podría no ganar títulos, pero costará más explicar de puertas para adentro que ni haya esbozado la transición. En este sentido, la estrategia del club y su entrenador están en las antípodas.