El Atleti no tuvo lo que puso Casemiro

El líder Atlético fue una caricatura de su temporada en Valdebebas. El mérito fue el enorme partidazo del Real Madrid, que le sometió desde el principio hasta el minuto 80, cuando ya zarandeado por el 2-0 y un baño de época, al menos sacó algo de orgullo y con Lemar en modo microondas, al menos asomó cerca de la portería de Courtois. Puede que la permanente lección de geometría de Toni Kroos, el juego de espaldas de Benzema o la aplicada banda derecha con Carvajal y Lucas expliquen buena parte de semejante superioridad, pero conviene poner en valor la impagable aportación de Casemiro. El brasileño representa, por encima de todo, la intensidad y la aplicación, seguramente las dos señas de identidad que diferenciaron las prestaciones entre madridistas y atléticos.

El gol de Case, pésimamente defendido por Herrera, además de abrir la lata, suponía el origen de una superioridad que se respiró desde el pitido inicial. Su lectura táctica volvió a ser impecable y su compromiso se volvió a demostrar cuando, renqueante por golpes que también se lleva o desfondado por otro esfuerzo físico encomiable, no racaneó ni una sola ayuda hasta el pitido final. Se podía imaginar muchas maneras de derrotar al Atlético, pero pocas que tuviesen que ver con las ganas. El jugador que mejor representa el deseo en el Real Madrid lleva el número 14.