Bienvenido míster Weissman

Hay veces que las palabras son premonitorias. En los primeros minutos del partido, durante la narración en el Carrusel Valladolid dije 'tengo ganas de ver de lo que es capaz Weissman' y fue decirlo e inmediatamente después llegó el primer gol del hebreo como jugador del Real Valladolid... y no un gol cualquiera, un golazo, recibir, darse la vuelta orientado y batir cruzado a Sergio Herrera, no era fácil, pero en la coreografía que Weissman ejecutó si lo pareció. Se había abierto la lata, pero no fue suficiente y el primer jugador de Israel que milita en el Pucela tuvo que cerrarla también; y lo hizo con otro gran gol, demostrando la potencia en el cuello para dirigir un buen centro a las mallas de Osasuna.

Ya había mostrado su peligro ante el Real Madrid, pero Courtois le negó la gloria y después sus minutos fueron residuales en el resto de partidos. Tengo la sensación que haberse quedado fuera del partido ante el Celta por motivos religiosos no le ha beneficiando en su trayectoria y le había condenado a un segundo plano. Lo cierto es que si ha venido para quedarse, el Real Valladolid tiene a dos jugadores (Marcos André) que pueden hacer mucho daño y goles... y todo esto con Guardiola mirando desde la grada, ojalá pronto se sume a la fiesta y vuelva por sus fueros para que el peligro lo hagan tres que no vendrá mal. En definitiva, ¡bienvenido míster Weissman!

Sin cambiar el tercio, no hay que olvidar a los dos asistentes; primero el pase de Óscar Plano en el primer tanto para dejar en franquicia al delantero confirma que Plano está cada día mejor y en los últimos cuatro partidos lo avala con un gol y tres asistencias, poca broma que diría aquel. Y qué decir de Hervías... además de ser polivalente cuando se le necesita como lateral, hace de revulsivo y contagia entusiasmo al resto. El centro del segundo de Weissman es medido por el riojano que asume su rol en cada momento con humildad, ¡chapeau!

Pero no todo son días de vino y flores. La victoria hay que disfrutarla, pero primero hubo que sufrirla hasta el extremo y todo porque el partido fue demasiado abierto. No sé qué explicación hay a marcar y desaparecer... eso no es una consigna de banquillo y tampoco es que Osasuna se pusiera en modo Terminator... simplemente fue jugando con la posesión que le cedió el Pucela hasta empatar, remontar y casi sentenciar antes del descanso. Por suerte esta vez la moneda sí cayó del lado blanquivioleta. Primero por el penalti, muy claro, ya que Herrera se olvida del balón y arrolla a Joaquín; segundo porque el arrebato sirvió para el 3-2 y por último porque Caleri y Budimir no acertaron con las dos o tres que tuvieron en el último suspiro. En el filo de la navaja sí, pero esta vez no nos cortamos. A pensar ya en el siguiente ante el Sevilla y luego el Barça... y así hasta el final.