Kroos y Modric, dúo contra la depresión

La sacudida de Kiev trajo respuestas. El Madrid tuvo voluntad al cambio y mejoró lo suficiente para atar un triunfo tan necesario como redentor. Se encomendó a Kroos y Modric, cuyo nivel remite al de épocas pretéritas, para doblegar a un Sevilla muy cuestionable. Ambos asumieron la iniciativa creativa y moldearon a un equipo distinto. Su capacidad de atracción y finura con el balón eliminó a Jordán y Rakitic, ayudándose de la profundidad ofrecida por Casemiro sin la pelota, para poner en ventaja a Lucas Vázquez, Mendy, Rodrygo y Vinicius en las bandas. Crearon, orientaron el juego y buscaron la superioridad con los cambios de lado a lado, con cuotas de precisión en el pase superiores al 90% y un rango de pérdidas inferior a la decena. Sin las coberturas obligadas de Ocampos y Munir, el Sevilla siempre llegó tarde en el primer tiempo, despojado del control y aturdido por el dominio posicional del Madrid.

Hubo otro Madrid, más seguro e inteligente, que entendió qué debía hacer, aunque no evitó cierta sensación de aflicción en la segunda parte por exceso de responsabilidad. No jugó igual tras el descanso, alejada la posesión por la entrada de Óliver Torres en el Sevilla, pero transitó con agilidad y amplió su catálogo de recursos en el capítulo ofensivo. Las apariciones interiores de Vinicius, junto a los apoyos de un apagado Benzema, hicieron del Madrid un equipo menos previsible. Se atornilló también con mando en su área, paralizado Ocampos ante las buenas vigilancias que ordenó Zidane, para tomar oxígeno ante lo que está por venir. No es que el listón del Madrid estuviera muy alto, pero al menos encontró soluciones para llenar ese fútbol rudimentario que le define hasta el momento.

Extremo por dentro

Vinicius aparece en el interior y deja el carril libre para la incorporación de Mendy. El movimiento da una línea de pase y mejora el ataque posicional del Madrid. Es el inicio de gol de la victoria de los de Zidane.