¿Qué ha pasado con Marc Márquez?

Cuando Marc Márquez volvió a subirse a su moto en Jerez sólo cuatro días después de que le redujesen una fractura en el húmero derecho, me mostré absolutamente respetuoso con el criterio de los especialistas que así lo autorizaron. Tanto con el doctor Xavier Mir, que realizó la intervención, como con Ángel Charte, director del servicio médico de MotoGP. Me parecía lo más razonable considerando que el prestigio y experiencia de ambos facultativos avalaban tal decisión, por mucho que desde fuera, a los ignorantes en la materia, nos pareciera atrevido acelerar de ese modo una lesión para la que se pronosticó una recuperación de meses. Después ocurrió lo que ya sabemos, que ha derivado en una temporada perdida para el catalán y una tercera intervención que incluso compromete su arranque en el próximo Mundial.

Por todo ello, hoy sí que se puede hablar de precipitación en el alta que se le dio a Marc para pilotar su Honda en los entrenamientos de la segunda carrera de Jerez. Se sometió a un esfuerzo innecesario a la placa de inmovilización, que después se rompió exigiendo una segunda intervención, todo lo cual ha provocado un deterioro serio en el hueso afectado. También desde el entorno del catalán se dudó entonces de la conveniencia de un regreso tan rápido, pero la firmeza que mostraron los traumatólogos en su diagnóstico evitó que la opción se replantease: Márquez confió en sus médicos y como deportista su prioridad era competir lo antes posible. Aunque hablamos de un piloto inteligente y cerebral, así que nadie debe dudar de que si el consejo facultativo hubiera sido otro se habría quedado en casa esperando una mejor ocasión. Un desastre que, en mi opinión, debería llevar a los expertos a una reflexión profunda sobre estas recuperaciones tan milagrosas como mediáticas.