La campaña ciclista más extraña

Como cualquier estamento de la sociedad, el deporte no es ajeno a la situación actual. La pandemia suspendió buena parte de la temporada ciclista, una disciplina mucho más dependiente de la publicidad. Algunas pruebas y equipos no regresarán en 2021. Por eso los esfuerzos se centraron en salvar las grandes competiciones, para garantizar un mínimo de visibilidad. El atípico y comprimido calendario introdujo el término burbuja. Algunas se desinflaron sin llegar a estallar, como las de Tour y Giro, aunque alcanzaron la meta, no sin dejar muchas dudas sobre protocolos y análisis. Unos cuantos no pudimos acabar. Los enviados de EFE, Marca, TVE y AS debimos marcharnos dos días antes de llegar a París por contactar con un periodista positivo. Se exigía un test PCR negativo. Después, sentido común. Las dificultades se multiplicaron para todos, lejos de los protagonistas y sin público, un ingrediente esencial en el ciclismo. Pero tocaba adaptarse.

Ahí destacó la capacidad de la Vuelta, que completó sus 18 jornadas sin ningún caso de coronavirus en la burbuja de carrera, con las medidas más estrictas y tras pasar por varias comunidades con cierres perimetrales y considerables restricciones. "Un éxito organizativo", en palabras de su director, Javier Guillén. En medio de la incertidumbre, el Movistar, fundado en 1980, es la estructura más longeva del pelotón y este 2020 conquistó la clasificación por equipos en Tour y Vuelta. Alejandro Valverde pronto cederá el testigo a Enric Mas y Marc Soler. En una época de crisis y de cambio generacional en el país, Vuelta y Movistar tiran del carro. La ronda nacional y la escuadra telefónica son los mayores exponentes del ciclismo en España, ambas en la máxima categoría del World Tour. Por eso AS reconoce su gestión y su trayectoria.