Salir de paseo sale muy caro

El Real Madrid tiene motivos para enfadarse con el árbitro, Cordero Vega, y el VAR por no pitar un penalti claro por agarrón de pelo de Laguardia a Marcelo al final del primer tiempo. Una vez despachada la polémica en las primeras líneas, vayamos al fútbol. Saltar al césped de Valdebebas con la calma del que sale de paseo a comprar el pan, sabiéndose el recorrido y el destino, se está convirtiendo en una costumbre muy fea que los de Zidane están pagando con creces. Pasó ante el Cádiz, después frente al Shakthar y ahora con el Alavés, que a los cinco minutos ya se había puesto por delante en el marcador después de que Lucas Pérez marcara un penalti incontestable por mano de Nacho. Y a partir de ahí, a remar contracorriente porque ya se sabía que al Alavés, como el Cádiz, no le hace falta tener la pelota ni la posesión.

Los únicos recursos del Madrid en la primera mitad fueron un cabezazo de Mariano y un chut de Kroos que Pacheco atajó mientras Hazard, otra vez Hazard, volvió a lesionarse y se largó al vestuario a la media hora. Según los datos del Carrusel de la SER, es nada menos que la octava lesión del belga que sólo ha disputado 28 de 65 partidos posibles, ha marcado tres goles y dado cuatro asistencias. Es de cristal, no se puede contar con él y no es el único. Asensio fue absolutamente invisible en 62 minutos y encima se marchó con el morro torcido cuando fue sustituido por Vinicius con 0-2 en el marcador después de la pifia de Courtois, que regaló un gol a Joselu nada más empezar la segunda mitad. El portero, dicho sea de paso, también salvó al Madrid con dos ocasiones claras de Lucas Pérez.

El VAR no tiene la culpa de lo que pasa. No hay fútbol, ni ideas, ni recursos, ni reacción efectiva ante la adversidad excepto el toque de corneta habitual que esta vez se escenificó con el disparo de Isco al larguero en el descuento supliendo al especialista Ramos. Quedarse con los cinco penaltis que le han pitado en contra en los últimos tres partidos es de equipo pequeño, mediocre. Es desentenderse del problema real.