Y el Barbas cambió al 10 en el 60

"A partir de una edad empiezas a mirar a la banda para que el Barbas no te cambie". Di Stéfano siempre bromeaba con este símil futbolístico para que la vida se prolongara hasta el minuto 90. A Di Stéfano le sustituyó en el 88. A Maradona le ha cambiado el Barbas en el 60. Y casi le quita antes del descanso cuando en la primavera de 2004 le ingresaron en la clínica Hispano suiza de Buenos Aires en estado crítico.

En aquella ocasión de 2004, mi entonces director Elías Israel me mandó de enviado especial a Buenos Aires sin apenas tiempo de hacerme equipaje, en el que no faltó el libro ‘Yo soy el Diego’, para releerlo en el viaje de urgencia. Aquellos días de guardia en Buenos Aires comprobé la dimensión infinita del ídolo en su país, que ya por aquel entonces estaba en la trilogía con Gardel y Evita. Mientras pasaban los días iba haciendo reportajes, desde las 7 canchitas de Villa Fiorito, donde nació el genio de la gambeta, y donde hablé del Maradona Cebollita con Goyo Carrizo, su amigo de la infancia, hasta la conversación con Francis Cornejo su descubridor, pasando por la amabilidad atropellada del Doctor Bilardo.

Las televisiones argentinas conectaban las 24 horas con la clínica, en la que siempre había aficionados, mañana, tarde y noche, rezando a un mural pagano lleno de imágenes de Maradona. El Diego regateó entonces a la muerte. Tenía 43 años. Era muy pronto para que el Barbas le cambiara. Después de aquello resurgió y montó su programa La Noche de 10 en el que viví su entrevista a Sabina y Charly García en el otoño de 2005. Volvía a estar en forma.

Sabina, Matallanas, Maradona y Charly García en el programa La Noche del 10 el 11 de octubre de 2005

Luego fue seleccionador de la albiceleste en el Mundial 2010. Y nunca dejó de ser el mito que llevó a Argentina a ser campeona del mundo en el 86, con el golazo a los ingleses y el de la Mano de Dios, y con la mejor actuación que ha realizado jamás un futbolista en una fase final de un mundial, con permiso de Pelé.

Maradona es el ejemplo de futbolista. Para lo bueno y para lo malo. Para tomarlo de modelo como jugador y conocer lo que significa la fantasía y la magia del fútbol. Y para tomarlo de modelo como persona y saber lo que hay que intentar evitar. El Diego no supo regatear las miserias en las que puede caer cualquier ser humano. “Porque se equivoque uno, no tiene porque pagar el fútbol. Yo me equivoqué y pagué, pero la pelota no se mancha”, dijo en su fabuloso homenaje en La Bombonera el 10 de noviembre de 2001.

El fútbol siempre te estará agradecido, Diego. Por más que tenías una mala salud de hiero por los excesos, no imaginábamos que llegaría este día. Hoy los amantes del fútbol sentimos un vacío. El Barbas ha cambiado al 10 en el 60. Que les respeten las lesiones a todos y que les cambie lo más tarde posible para ir a ver jugar a Di Stéfano y Cruyff con Maradona. Mientras tanto nos quedan sus vídeos para disfrutar en bucle.

Se fue el Diego. Se fue el más grande, ¡carajo!