La imprudencia de Elustondo

Nadie puede negar a Luis Mari Elustondo su voluntad por impulsar la Federación Vasca de Fútbol, por poner a la Euskal Selekzioa en primera línea y pelear por la oficialidad, ese Dorado, ese camino tan arduo por el que te empujan las autoridades políticas, las mismas que tan solo te dejan habitualmente ante el toro cuando no hay fotos. Su problema, como el de Villar, es que no ha sabido marcharse en hora. Su legislatura concluía en 2016 y hubo consenso para prolongarla dos años más. Luego la ha estirado con la idea de abarcar la Eurocopa en Bilbao, y la pandemia le ha roto los planes.

El despropósito aquí es su talante indiscreto y charlatán. En esto casa de cine con su seleccionador, Clemente, que bendice cada parón de LaLiga porque le pone en la órbita mediática. Y luego está su afán de protagonismo. Hay que saber irse un minuto antes de que la gente perciba que estás de más. Su etapa tenía que estar acabada aunque solo sea por la pifia con la selección Argentina. Un anuncio de un amistoso que iba a ser histórico y que se rompió por el malestar de un intermediario de aspecto ladino. El encuentro contra Cataluña fue uno de sus orgullos. El fracaso en Panamá, eso sí, no es culpa suya sino del puñado de jugadores que se borraron.

Elustondo quiere morir matando, aireando hasta lo que cobra Mardones, su archienemigo de la Vizcaína. Con Rubiales también las tuvo tiesas y éste le metió un buen zasca en público, aunque luego envainó, según ha confesado el propio dirigente autonómico en su gustosa rutina de pregonar todas las intimidades habidas y por haber. El titánico esfuerzo por sacar adelante un nuevo partido en una ventana FIFA, en plena expansión del coronavirus (en Ipurua ante Costa Rica, un gran espectáculo) ha quedado arruinado de nuevo por su verborrea desmedida. Días de trabajo arrojados por la borda en apenas dos minutos. Soltó alegremente aquello de que hay un "preacuerdo" entre el Gobierno vasco y el español "para que se pueda abrir las selecciones vascas en el ámbito oficial e internacional" y se quedó tan pancho. En Madrid se le cayeron los empastes a las autoridades deportivas. Al menos, el presidente de la Vasca ha tenido la gallardía de rectificar, de admitir un error mayúsculo, el enésimo. Quería referirse a que antes de la investidura de Sánchez como presidente, se exploró este tema con el PNV. La clásica cháchara que va encajada en un guion concertado. Por lo que se ve, la prudencia, primera norma que debía regir con nuestros dirigentes, no tiene validez con el cabecilla de la FVF. ¿Tanto cuesta callarse? El valor de los silencios, qué tesoro Dios mío. Tanta paz lleve...