Müller, el último gamberro

Thomas Müller pertenece a una especie en peligro de extinción. A pesar de ser futbolista, el alemán lleva su corazón en la boca, algo que no está muy bien visto en el fútbol contemporáneo. Muestra de ello es lo que sucedió al término del encuentro que enfrentó a su Bayern con el Atlético de Madrid (4-0). El campeón del mundo soltó una de esas frases, en pleno partido, que para nada deberá sorprender a todo aquel que le haya dado más de una patada a un balón en su vida. Después de ser amonestado por una (ridícula) falta, Müller se dirigió al colegiado con las siguientes palabras: “Estamos jugando contra el Atlético de Madrid, los mayores gamberros del fútbol europeo. ¿Por esto me das amarilla?“ Fue abrir Twitter y alucinar.

En cuestión de segundos, el término “gamberro“ (rabauke en alemán) dio la vuelta al mundo y fue traducido a incontables idiomas. Se le echó en cara menospreciar a un país entero cuando lo único que había hecho Müller fue decir lo que se le pasaba por la cabeza en medio de un partido de Champions contra – exacto – el Atlético de Madrid. No nos engañemos: el Atleti del Cholo no es que sea, precisamente, un equipo de monjas de clausura. Y Müller lo sabe. No se enfrentó a ellos por primera vez. Y dijo lo que todos piensan. El que escribe estas líneas compartió vestuario con él en las categorías inferiores y sabe que Müller es un tío sano. Directo, cachondo, pero sano. La pena es que, en el fútbol de hoy, cada vez haya menos sitio para gente como él.

No hay que dar muchas vueltas al porqué. Un futbolista forma parte de un club que, en un mundo con más redes, cámaras y debates que partidos al año, necesita guardar su imagen. De ahí que la mayoría de entrevistas que lean a día de hoy hayan pasado por las manos de un jefe de prensa, un agente y un asesor de imagen antes de publicarse. Sin hablar del comité de competición, que, sin despeinarse, le mete cuatro partidos de sanción a un entrenador cuando expresa lo que verdaderamente piensa sobre la última intervención del VAR. Mejor callarse, quedar bien y guardar el tipo para el próximo contrato de publicidad con una marca de maquinillas de afeitar.

Bueno, Müller, a pesar de escasear de barba, es imagen de una de esas empresas para el vello facial. Aun así, expresa lo que piensa. Es uno de los últimos gamberros vestidos de corto que nos quedan. No le regañemos. Hacen falta más como él.