El horror de Zidane

El análisis más sencillo consistiría en atribuir el desplome íntegro del Madrid ante el Shakhtar a una simple cuestión de entusiasmo. Quizá esta reflexión tenga cabida en la derrota ante el Cadiz, donde se vio a un equipo desganado, pero no sería justo volver a insistir en el mantra de la intensidad. La gravedad del actual panorama del Madrid es estrictamente futbolística. No es que no quiera, es que no puede. Es un equipo extraviado, que no puede disimular su pérdida de equilibrio y flojera ofensiva, males que superó el pasado curso por un cerrojazo defensivo que ya no existe. Se anunció el día del Betis y ahora se ha caído. Le falta de todo y no está a la altura competitiva mínima.

A un Shakhtar de talento, virtud tocante siempre al conjunto ucraniano, le abrió la puerta de par en par con una presión descompensada, a veces alocada, que desunió al bloque y resquebrajó todo el sistema. Jugadores que se inhibieron en las coberturas, lecturas erróneas de intentos de anticipación y la descoordinación entre líneas dejaron al Madrid desnudo frente a la terna de brasileños del Shakhtar, para provecho de Maycon, Marcos Antonio y Marlos, de Tete, Solomon y Dentinho. Se alargó el Madrid, roto por todos los lados con Casemiro descontrolado, sin tan siquiera poder ofrecer una respuesta en un primer tiempo dramático, muy señalados Militao y Marcelo. El central salió de posición sin ton ni son una y otra vez, un pecado imperdonable en un sector donde el lateral ya aporta entre poco y nada.

Tampoco tuvo el Madrid algo con que desarmar en ataque el 1-4-5-1 en bloque medio de Luis Castro. Los retoques en la alineación de Zidane no ayudaron en este contexto, prescindiendo de Kroos, Benzema y Vinicius, los únicos jugadores cuya contribución en el apartado ofensivo alcanza la regularidad por calidad o personalidad. Consumado el horror, ni el maquillaje en el resultado camufla la secuencia completa. Los goles episódicos de Modric y Vinicius no sirvieron en un Madrid que no generó todo lo que tenía que generar ante el Shakhtar, un equipo de categoría arriba, pero muy menudo atrás, como evidencia su trayectoria reciente. Asensio se movió bien como enganche en zonas interiores tras el descanso, un hecho que se había percibido en la ocasión que abrió el partido, pero el Madrid nunca dio la impresión de poder darle la vuelta pese a tenerlo tan cerca. Fue un desastre categórico. Se le pone la Champions cuesta arriba y llega el Clásico. El sonrojo del Madrid apremia a un Zidane que no puede perder el tiempo.

La brecha

Maycon juega de cara con total libertad. Casemiro y Valverde no acaban de saltar. Varane y Miltao (nadie sabe dónde va) se adentran en campo rival y con un simple desmarque de ruptura Marlos se queda solo ante Courtois.