Ansu Fati es una especie de enseñanza práctica de que el fútbol es un arte que puede hacerse una pasión fácil de desarrollar. Cuanto más barroco, peor es el juego, porque no depende de tus recursos sino de tus ocurrencias. Este joven futbolista ha aprendido muy pronto que la línea más recta entre dos puntos es la que va derechamente a la meta. No se complica la vida, no se complica las piernas, porque tiene la inteligencia sin borrones. Es un lápiz recién estrenado, cuyos dibujos en el campo responden siempre a una razón práctica, en la que incluye el sentido el humor.

No es un futbolista que refunfuñe. Celebra sus triunfos como los más mayores, pero siempre deja que en su cara se instale esta pregunta: ¿esto de verdad lo estoy haciendo yo? De él dependieron anoche tres de los goles del Barcelona, uno de los cuales lo remató de penalti el mayor del equipo azulgrana, Leo Messi. El delantero argentino ha hecho algo de una inteligencia que ya se valorará: ha hecho esfuerzos para ser uno más, y no sólo para parecerlo.

Esa es una interesante propuesta que ya valorarán los muchos que todavía no quieren saber que Leo Messi no se ha ido del Barcelona. Que está en el club blaugrana, igual que está el joven talento Ansu Fati.