Dicen que el Bayern nunca se rinde

No fue hasta el día de ayer que el Bayern de Múnich se dio cuenta que es mortal. Tuvo que ser el Sevilla, un equipo incómodo e incansable, quien se lo mostrara. Tuvo al gigante alemán al borde del precipicio en más de una ocasión. Llevaba ganando todos sus partidos en 90 minutos desde febrero. Se le notaba a los jugadores que no se habían encontrado con un hueso tan duro de roer en mucho tiempo. Sufrieron. Pero este Bayern, igual que los de Nervión, nunca se rinde. Si se choca contra un muro de acero vuelve a coger carrerilla. Flick, igual que Lopetegui, ha construido una máquina de competir. Somete a sus rivales a un asedio constante. Sin tregua. Sin compasión. Pero es mortal. Lo puso a prueba el Sevilla.