Del 2-6 del Bernabéu al 2-8 de Lisboa

La cuarta, y definitiva, muerte del Barça fue en Lisboa. Esta ya de unos niveles de humillación durísimos. Después de los tres goles de Turín llegaron los tres de Roma. Y después, los cuatro de Liverpool. Y a puerta cerrada en Da Luz, los ocho del Bayern volvieron a certificar que hace tiempo que ha llegado el fin de un ciclo. El Barça llevaba ganando al menos un título desde la temporada 2008-09. Esta generación de jugadores que ha liderado Messi ha estirado una época de una manera admirable, pero aquí ya no hay nada. Cinco años de fracasos europeos y este último año en blanco hacen urgente una revolución.

Por más que su trayectoria en el Barça ha resultado un fracaso, Setién no es el responsable de este fiasco. Quien quiera puede mirar para otro lado. Pero no es honesto. Suárez, Busquets o Alba son jugadores que ya han llegado al final de un trayecto. Y Messi, por su parte, tiene que asumir un nuevo liderazgo. Él debe acompañar la renovación del Barça. Dirigirla desde el césped, pero entender que el Barça ya no debe girar sólo en torno a su persona. Ya es necesario otro Barça.

Este tremendo golpe para el Barça no puede solventarse con el adiós de un entrenador que no ha pintado nada en esta historia y que sólo pasaba por ahí. Hay que meter el bisturí con dureza, desde la presidencia hasta el último jugador de la primera plantilla. Caiga quien caiga. Las medias tintas de los últimos años, la cobardía por no tomar decisiones, ha terminado en una humillación que no merecía su afición.