El martes volvió a deslumbrar a todos. Ante los Wolves de esa fuerza de la naturaleza llamada Adama Traoré, Reguilón demostró estar como una moto y subió y bajó su banda izquierda como si fuera un yo-yó. Nunca se cansa, siempre dispuesto a encarar, desborda por velocidad e intuición, defiende con garra y es osado. Muy osado. El Bernabéu aún recuerda los Clásicos del curso pasado (con Solari en el banquillo) ante Messi y Luis Suárez, a los que literalmente los dejó mudos y sin respuesta cuando les plantó cara.

La faena es que Zidane no lo ve como este servidor ni como muchos madridistas. No le llena el ojo y algún día nos explicará la verdadera razón. Futbolística no parece. El caso es que el chaval acabará este verano en un equipo top de Europa, posiblemente el Chelsea. Allí ganará prestigio, dinero y experiencia en la Champions. Pero el Madrid (no he dicho Zidane) le espera. Hará una recompra como hizo con Morata y la Juventus. Regui está más que preparado para adueñarse de la banda izquierda del Bernabéu. Calidad y personalidad le sobran. Pero no es el momento. No queda otra que esperar...