Un número uno que no llena

Jon Rahm acudió al PGA Championship, el primer major de esta atípica temporada, con una doble misión. Una, prioritaria: estrenar el palmarés en un grande. Otra, complementaria: recuperar el número uno. El vasco cerró el fin de semana sólo con la segunda parte cumplida, precisamente en la que menos se había centrado durante el torneo: “No pensé en el número uno. Ni se me ha cruzado”. A estas alturas, una vez degustado el sabor del trono, Rahm no se lo plantea como una meta en sí misma, sino como el desenlace de sus buenos resultados. El liderazgo en el ranking premia la regularidad y la consistencia, que además coincide con su punto fuerte, pero el verdadero desafío de cualquier golfista es coronarse en alguno de los cuatro majors, mejor en varios. Nadie duda de que Rahm tiene clase y juego para conquistarlos, ya fue tercero en el US Open 2019 y cuarto en el Masters de Augusta 2018. A sus 25 años, también dispone de tiempo de sobra. Antes o después, sin ansiedad, debe atrapar alguno. Sergio García, que apuntaba igual de alto en sus inicios, no lo logró hasta los 37.

Este deporte, a diferencia de otros individuales, no refleja siempre una concordancia entre los mejores del escalafón mundial y los vencedores de los majors. Desde 2010 ha habido 30 campeones diferentes en los cuatro grandes del golf, mientras que tan sólo seis se han coronado en los Grand Slams de tenis. Los pronósticos están mucho más abiertos. Por esa razón, Justin Thomas, que había arrebatado el número uno a Rahm con una actuación estelar en el WGC St. Jude, acabó 37º en el PGA y cedió el liderato. Y quizá por eso mismo, esa clasificación mundial, que lidera de forma merecida el español, no tiene tanto empaque como en otras disciplinas. Aquí lo que cuenta es ganar. Y si el rendimiento de Rahm se asemeja más al del domingo que al del jueves, seguro que no tardará en hacerlo.