Messi..., y mil dudas

Con el Madrid y Cristiano, dos de sus grandes bestias negras en el negocio de la Champions, fuera del torneo, Messi olió la sangre el viernes por la noche y el sábado salió como una fiera al campo. Calentó unos minutitos con un par de presiones y luego se puso manos a la obra. Su primer gol fue de fantasía. Intuición y fútbol de barrio. Años en la profesión y un talento descomunal. Luego marcó otro muy bonito que Çakir tuvo tantas ganas de anular como de pitar el penalti de Rakitic a Mertens. Más remolón estuvo para ver el patadón de Koulibaly, del que sólo se convenció después de ver tropecientas repeticiones. Cosas de los árbitros.

Messi, como tantas y tantas veces, resolvió un partido del que el Barça desapareció en la segunda parte, dejando pasar el tiempo remoloneando con De Jong y Griezmann con el balón en los pies y Messi reservando para lo que viene. A pesar de la buena segunda parte del holandés y del oficio de Piqué y Sergi Roberto, el Barça dejó muchas dudas. Acabó metido en una cueva y miraba el reloj desde antes del minuto 60. No fue un Barça 'triomfant', de esos que iba por ahí metiendo miedo. Está bajo mínimos y va a ir a Lisboa con perfil bajo y de víctima. Pero tiene un jugador capaz de hacer cosas absolutamente increíbles. Posiblemente, ganar esta Champions fuese la más increíble de todas.