Groenewegen merece una severa sanción

Fabio Jakobsen tendría que cumplir 24 años el próximo 31 de agosto. Hoy, los médicos que le atienden en un hospital de Katowice no pueden asegurar que llegue vivo a esa fecha. Jakobsen está grave, en coma inducido, después de sufrir un terrible accidente durante el esprint de la primera etapa de la Vuelta a Polonia. El neerlandés fue derribado por su compatriota Dylan Groenewegen, que le cerró contra las vallas en el momento de máxima velocidad, en torno a 80 km/h. La imprudente acción del corredor del Jumbo es la principal responsable de que Jakobsen pelee en estos momentos por su salvación, justo el día que se cumplía un año de la muerte de Bjorg Lambrecht por una caída en esta misma carrera World Tour. Varios compañeros del pelotón ya han pedido una sanción ejemplar para Groenewegen, incluso una suspensión de por vida, y hasta consecuencias penales. Pero, según denuncian otros ciclistas, no parece la única causa, porque la llegada se encontraba ubicada en descenso. Una temeridad cuando se alcanzan esas vertiginosas velocidades.

Los accidentes forman parte de las carreras, eso es inevitable. Y frecuentemente suceden en los esprints. Este mismo miércoles hubo otra caída en el embalaje de la Milán-Turín. Pero la UCI debería atajar algunos riesgos eludibles. Por un lado, con una revisión más exhaustiva de los puntos calientes de los recorridos. Y, por otro, con sanciones severas para aquellos corredores que ponen en peligro la integridad de los compañeros. Parece bastante descompensado que un ciclista pueda sufrir un castigo de cuatro años por doparse, y no se condenen con la misma rigidez las actitudes que pueden provocar la muerte de un colega. La Unión Ciclista Internacional ya ha avisado de que tomará medidas contra Groenewegen. Sólo faltaba. Pero no debería afrontarlo como un suceso puntual. Hay vidas en juego.