Ver parar a Ter Stegen, ver pasar a Messi

Manuel Vicent cuenta que, en los años gloriosos, los chicos de la Malvarrosa iban a ver cómo desayunaba Puchades, una de las glorias del Valencia, que comía con tanto detenimiento que parecía degustar el infinito. Ya en la leyenda, el futbolista comía más que un regimiento y aquel era un espectáculo único en la época de la España aburrida. El fútbol tiene esas leyendas. Ahora hay un hecho que tiene vivo al Barça en la estética del fútbol: ver sus partidos al menos para contemplar cómo para Ter Stegen y para presenciar algo que superará las leyendas actuales: ver a Leo Messi pasar balones. Superada su ansiedad por marcar goles, el astro argentino es ahora el mejor pasador de la historia del Barcelona, ya por encima del propio Xavi Hernández, que si las cosas siguen así es posible que sea su último entrenador en su etapa como jugador azulgrana. ¿El partido? Caliente y frío, o más bien templado y pasado por el hielo y el miedo de terminar empatando un encuentro nulo de ilusión y de entusiasmo. Apuntado al resultado habitual entre otros grandes, el Barcelona ahora tiene el elogio congelado porque no atina ni a entretener.