Renault comunicó este miércoles la vuelta de Fernando Alonso. El hijo pródigo regresa al hogar. Ha sido la crónica oficial de una noticia anunciada. El río que suena, agua lleva. Una buena nueva para la Fórmula 1, que recupera a uno de sus campeonísimos, a un piloto genial y carismático, después de dos temporadas inmerso en otros desafíos: el Mundial de Resistencia, las 24 Horas de Le Mans, el Dakar, la Indy 500… Y también una buenísima nueva para el automovilismo español, que el próximo curso tendrá a Alonso en la escudería con la que se proclamó bicampeón y a Carlos Sainz en la mítica casa de Ferrari. Qué ganas de que comience ya 2021.

Ese río comenzó a sonar precisamente desde Maranello, en una cascada de movimientos del mercado que se precipitaron a partir de la no renovación de Sebastian Vettel. El efecto dominó se desencadenó con el fichaje de Sainz por Ferrari, la llegada de Daniel Ricciardo a McLaren… Y dejó un asiento libre en Renault. Rápidamente, el río sonó: Fernando Alonso. El asturiano siempre ha estado en la F1, aunque no estuviera. Los dos volvían a necesitarse. Un viejo amor de idas y venidas. Alonso necesitaba a Renault para poder retornar al Gran Circo con 39 años. Y Renault necesitaba a Alonso para publicitar y reflotar una empresa en plena crisis.

Fernando regresa con un coche de la clase media, que también puede pisar el podio en determinadas circunstancias, como pudo comprobarse en el último gran premio con otras escuderías, y que puede avanzar un paso gigante en 2022, cuando entre en vigor el reglamento que pretende igualar la competición. Ahora hay que ver qué Alonso vuelve realmente a la Fórmula 1. Si aquel genio ambicioso que se coronó en 2005 y 2006 en Renault, con un coche en teoría inferior, y que posteriormente aguantó el pulso al Red Bull de Vettel con Ferrari. O aquel ilustre alicaído que protagonizó 24 retiradas con McLaren y un décimo puesto final como mejor resultado en el Mundial en sus cuatro últimos años en la F1.