El perfil de Carlos Fernández y el pecado de Garitano

La triple huella

Al fútbol se juega con piernas y cabeza. Hay ejemplos bastante ilustrativos. A Marcos Llorente siempre le diferenció la primera virtud, pero ahora ha incorporado la segunda y es el jugador que es. Otros futbolistas como Cazorla o Busquets se han servido de su inteligencia y calidad para hacer una carrera extraordinaria. Al delantero a veces no se le pide tanto, pero algunos se encargan en capitalizar ambas cualidades. Es el caso de Carlos Fernández, que presume de patrimonio físico, talento y conocimiento. La actuación contra el Valencia, cuya estadística apenas es un minúsculo reflejo de la misma (el penalti y el gol, 18 pases buenos, 75% de efectividad en el regate...), emana su alta capacidad futbolística. Con Soldado como acompoñante, una alianza que le queda como un guante, dejó una lectura de juego sublime para alentar cada acción de ataque. Sabe qué hacer antes de que le llegue el balón. Los balones en profundidad de lado a lado hacia los desmarques de Machís expresan su lucidez tanto como su energía y atracción sobre los defensas rivales. "Es un futbolista bonito de ver. Zurdo, con mucha clase y movilidad", sostenía y seguro que sostiene Pablo Blanco, fuente de pensamiento en el Sevilla. El regreso parece ser su futuro.

Lo que no fue

El proyecto continuista que pretendía liderar Asier Garitano en el Alavés no ha cristalizado. Su despido responde a una cuestión lógica. El equipo babazorro se pareció poco a lo que era con Abelardo, el espejo sobre el que mirarse. La actitud conformista y la escasa efusividad ofensiva han maniatado a un bloque que desde el regreso de la competición solo ha degenerado. Tan llamativo resultó el retoque prudente de no alinear a Joselu como titular ante el Valladolid como su entrada al campo por Lucas. El Alavés nunca ha volado por las bandas como hacía con Abelardo. Su promedio de centros al área por partido apenas alcanza los 15, una cifra quu solo en el Barcelona es más baja. Esa inacción ha depreciado su productividad en el remate (ocho por encuentro), que supone otro símbolo del poco valor añadido de sus ataques. La tendencia negativa se ha agravado tras el parón y Garitano no ha podido darle la vuelta a la situación. Llega Muñiz al Alavés para atajar una coyuntura peligrosa por el calendario, aunque atemperada por la ventaja que todavía dispone.

El delito

No se concibe que en la élite se acumulen errores tan flagrantes en las barreras. Enfadan a los entrenadores, indignan a los porteros y confunden a los aficionados. Nolito y Fede Vico marcaron esta jornada al abrirse, girarse o saltar jugadores que conformaban las barreras. Es un fallo repetido en esta Liga. No tanto como se puede creer, pero sí de un modo apreciable. Este curso se han hecho 31 goles de libre directo y seis de los mismos llegaron por esta conducta equivocada. Además de los ya comentados, Aspas (Celta-Barcelona), Salva Sevilla (Mallorca-Leganés), Embarba (Sevilla-Espanyol) y Timor (Getafe-Levante) se han aprovechado de unas barreras transparentes.