El Madrid gana en todas las distancias

La quinta victoria consecutiva del Real Madrid señala una tendencia que no siguió antes del confinamiento general. Desde su regreso, ha derrotado al Eibar, Valencia, Real Sociedad, Mallorca y Espanyol, equipos que ocupan todas las zonas de la clasificación, excepto los puestos que clasifican para la Liga de Campeones. No era lo habitual antes del aplazamiento. Permitió el liderato del Barça con algunas derrotas o empates frente a rivales que ocupaban posiciones de descenso o estaban en situación muy precaria. Perdió con el Mallorca y en las dos últimas salidas antes de la suspensión: frente al Levante y el Betis.

Durante la temporada, el Madrid no modificó el comportamiento que le caracterizó en los dos últimos años. No se discutía el potencial, confirmado por el éxito en la final de la Copa de Europa en 2018, pero el equipo estaba preso de una irregularidad sorprendente. Al Madrid le disgustaba el día a día de la Liga. Estas preocupantes señales se mantuvieron hasta la suspensión temporal del campeonato. En medio de las derrotas con el Levante y el Betis, el Madrid superó (2-0) al Barça.

Este equipo de picos y valles ha regresado con una nueva estabilidad. Nadie en la Liga parece más beneficiado por el frenético ritmo del calendario. El Madrid se ha adaptado como un guante al vértigo de los partidos. Con respecto al crepuscular Barça, ha obtenido un rédito inmenso de su profunda y magnífica plantilla, gestionada con maestría por Zidane, que parece comodísimo trazando todas las incesantes curvas de este peculiar campeonato. Hay tiempo y sitio para todos —James y Gareth Bale también han sido titulares— y se transmite una cohesión que no existía antes del parón.

Intocables. Zidane mueve con soltura el banco, pero descansa en un puñado de jugadores inamovibles. Courtois, Carvajal, Varane, Sergio Ramos, Casemiro y Benzema no se discuten. Juegan siempre. Los demás dependen del grado que les atribuya el entrenador, por razones tácticas, físicas o de rendimiento. Rodrygo, que fue titular en el partido con el Eibar, pero fue sustituido en el descanso, se quedó sin minutos en los siguientes tres partidos. Ayer dispuso de una nueva oportunidad contra el Espanyol, esta vez en el segundo tiempo. Se interpretó como un mensaje de Zidane al joven brasileño.

El frenesí de partidos le ha servido al técnico para explorar toda la plantilla y utilizar diversos sistemas. El Madrid ha jugado con un 4-3-3, un 4-4-2 (Isco fue el cuarto centrocampista en Cornellá) o el 4-2-4 que se dibujó ante el Mallorca. Más que la brillantez en el juego, el equipo se ha distinguido por la autoridad. Nunca ha estado por debajo en el marcador, nunca ha llegado apurado al final de los partidos y siempre ha encontrado a los jugadores capaces de resolver los inconvenientes.

Varane y Sergio Ramos han alcanzado su mejor nivel en los últimos años. Casemiro es casi un tótem en el medio campo y Benzema juega con la vitalidad de un chaval y la sabiduría de un veterano. Ni rastro del jugado sometido durante años a la duda existencial. Está imparable. En su caso, eso significa la perfecta gestión de unos recursos ilimitados. Su taconazo a Casemiro en Cornellá figurará entre los momentos inolvidables de esta Liga.

La fiabilidad del Madrid, amparada en su lujosa plantilla, invita a verle como campeón de Liga. Mientras al Barça le cuesta un mundo esquivar su decadencia, el Madrid se afina sin estridencias. Contra el mediocre Espanyol actual, hizo un suave ejercicio de control. No necesitaba más. Con eso y una maravilla de Benzema, ganó su quinto partido sucesivo y amplió la distancia sobre el Barça. En realidad, el Madrid ha decidido gobernar todas en este final exprés de la Liga.