Carreras más baratas, no peores

Evitemos seguir metiendo gratuitamente el dedo en la llaga de la que se nos viene encima. Todos somos (aunque algunos no lo parezca) ya conscientes de la enorme gravedad de la crisis general provocada por el coronavirus. Así que intentemos buscar el lado positivo del asunto cuando lo tenga, además de un atisbo de esperanza en estos tiempos convulsos. Los deportes del motor, liderados por la élite de la Fórmula 1 y MotoGP, se aplican en un imprescindible ajuste presupuestario que permita su viabilidad. Empresas del sector de la automoción y patrocinadores se aprietan el cinturón, así que la competición también debe hacerlo. No queda otra y nos dirigimos hacia una época de carreras más baratas, pero no necesariamente peores, de eso no cabe duda.

Puede que viviéramos en una especie de burbuja en la que el dinero parecía brotar de un manantial y los costes se habían disparado. Especialmente en la F1, porque el Mundial de motos puso hace algún tiempo límites a semejante dispendio. Ahora unos y otros tienen que adaptarse a un contexto de austeridad, lo que no significa que el espectáculo decaiga. ¿Es grave para lo esencial del asunto que la evolución tecnológica se frene casi en seco? ¿Importa mucho que se ruede tres segundos por vuelta más lento? Yo diría que no, quizá incluso se produzca el efecto contrario. Si se reduce la brecha entre clases, entre ricos y pobres de las parrillas, puede que la emoción recupere el lustre de épocas pasadas. El despilfarro es historia, la grandeza de los héroes nunca.