El Bayern va por la octava consecutiva

El récord español de ligas consecutivas es de cinco y lo tiene el Madrid por repetido: al inicio de los sesenta, en el distefanismo tardío (en la quinta ya no estuvo él) y en los ochenta, con La Quinta del Buitre. El Barça empalmó cuatro con el 'Dream Team'. Marcas modestas frente a la que se apresura a establecer el Bayern, que con su victoria a domicilio (domicilio vacío) ante el Borussia se ha puesto a la ya inalcanzable distancia de siete puntos. Claro, que como siempre hay quien le gana a cualquiera a cualquier cosa, la Juve va hacia su novena consecutiva. Aquí hay quejas por la liga dual, pero lo de esos dos países es monopolio en regla.

Así que bendito sea tener dos aspirantes cada año, a los que de cuando en cuando consigue sumarse el Atlético. La Bundesliga, que estos días nos entretiene la espera, ya tiene otra vez el dueño de siempre. La última vez que se la quitó alguien fue justamente el Borussia de Dortmund. El Bayern lo arregló quitándoles a Lewandowski, Götze y Hummels (estos dos han regresado, ya un poco otoñales) y vuelta a empezar. Su poderío económico y su influencia en los despachos le ponen por encima de todos. Ayer el Borussia pudo entreabrir la puerta a la esperanza con algo que sonó a penalti de Boateng, pero árbitro y VAR se abstuvieron.

Ganó el Bayern porque fue mejor con su ritmo constante, al que el Borussia sólo opuso esporádicas llamaradas. El duelo entre Haaland, al que hemos adjudicado el papel de Príncipe Valiente, y Lewandowski, relegado al de antihéroe, quedó en tablas. Los dos rozaron el gol: Haaland en ese tiro que desvió el codo de Boateng, y Lewandowski en un escopetazo al palo que casi lo troncha. El partido lo resolvió el mejor sobre el campo, Kimmich, con una vaselina que firmaría el mismísimo Romario. Achraf, otro punto de interés del partido para nosotros, pinchó esta vez en hueso ante Davis, un canadiense que le discutió la banda.