Casillas ha hibernado su candidatura

De cuando en cuando alguien me pregunta por la candidatura de Casillas y respondo que está hibernada por el coronavirus. Tan hibernada, que en el entorno de Rubiales y otros círculos futbolísticos se da por sentado que no se presentará. No hay fecha, ni aproximada, pero lo más seguro es que no haya elecciones. Este tiempo ha servido para enfriar a Casillas que, confinado como todo el mundo, no ha podido aplicarse al plan previsto: visitar a los presidentes de las regionales y a los distintos sectores que votan la asamblea. Por otra parte, ha visto desarrollarse procesos que han alterado algo el panorama, y no a su favor.

En primer lugar, lo de David Aganzo, soporte con el que contaba. Casillas contaba de partida con el respaldo de la AFE, era su gran peana. Pero ahora la AFE no se sabe dónde está, salvo en su propia guerra interna. David Aganzo ha aguantado el primer tirón, pero su posición no es sólida y no se adivina hacia dónde puede romper esta crisis. Y está la renovada fortaleza de Rubiales, con el que Irene Lozano se ha alineado hasta el exceso en el pleito con Tebas, al que hicieron pasar por una especie de Horca Caudina en el Palacio de Viana. Si nos das dinero, tendrás partidos, si no nos lo das, no. Y aún así quedó suelto el fleco de los lunes.

Casillas se postuló para el cargo por un ensueño idealista: hacer algo por el fútbol, que tanto le dio. Sin conciencia de que el puesto consiste en apacentar un mundo áspero, manejado por presidentes de regional que en mayoría son de aúpa. Y turbulento, cargado de tensiones e incidentes cada semana. Aparte de un entramado económico nada fácil de manejar. Hacen falta cuajo y colmillo. Hace bien si se lo está pensando mejor. De esta aventura sólo podría salir con los pies fríos y la cabeza caliente. No me extraña su silencio de estas semanas, que ya suena a renuncia. El fútbol tendrá otros lugares para él. Y quizá más adelante...