La edad, la velocidad y 'El Matador'

Se preguntaba con humor uno de sus patrocinadores qué hace este señor corriendo con 57 años. Pero no, Carlos Sainz no fue a correr, fue a ganar. El Dakar se puede ganar de muchas maneras: por la mecánica, por la agudeza visual para anticipar un peligro, por los aciertos en la navegación, incluso por suerte. El de Arabia Saudí se resolvió por velocidad, que es una cualidad imprescindible en el automovilismo pero no siempre decisiva. Sainz, Al Attiyah y Peterhansel salieron a fuego durante doce jornadas y, cuando se eliminaron todas las variables ajenas al velocímetro, venció El Matador.

Es bueno que de vez en cuando haya un Dakar sin favoritos perdidos o averiados, menos circunstancial y más puro, porque en esta clasificación el algodón no engaña. Hace 15 años, Sainz convirtió una carrera de navegación y aventura en un sprint por el desierto; ahora ha conseguido que la edad se vuelva un dato irrelevante frente a la velocidad. Quien insista preguntándose si se retira o vuelve, quizás no ha entendido bien lo que ha sucedido y lo que es Carlos. Primero le tendrán que ganar, ¿no?